En el ABC de hoy aparece una
entrevista muy interesante, cuyo contenido os adjunto por si no encontráis el
artículo (pinchad aquí para acceder a él). Se trata de una psicóloga de la
Universidad de Toronto, que se ha centrado en estudiar cómo reaccionan niños y
bebés ante estímulos musicales. Ella propone que la música tenga un peso muy
importante en nuestra relación con los pequeños. Una prueba: cuando una mamá
quiere llamar la atención a su hijo, si se pone a cantar, el niño deja todo
para escucharla.
También nos da su opinión
sobre los métodos de enseñanza musicales individuales: ella cree que las clases
de grupo para niños que estudian música son mejores, porque se motivan más
aprendiendo en pequeñas comunidades y jugando a la vez.
Este es el texto de la
entrevista:
Sandra Trehub, psicóloga de
la Universidad de Toronto (Canadá), lleva varios años estudiando las reacciones
de recién nacidos y niños ante diversos estímulos musicales. La especialista
presentó esta semana en CosmoCaixa una ponencia en la que aseguró que «los
bebés son musicales por naturaleza» y que es el ambiente escolarizado y
competitivo el que los aleja de la música. Asegura también que las madres
afinan mejor cuando cantan para sus bebés.
—¿Escuchar música antes de
nacer nos hace musicales?
—Esas intervenciones las
encuentro un tanto extrañas y no sé si funcionan realmente, en realidad los
bebés no escuchan nada hasta que están próximos a nacer.
—Entonces, ¿los discos de
música dirigidos a los fetos no funcionan?
—Los discos de ese tipo, como
Baby Mozart o Baby Beatles, están pensados para gustarle a las madres, que
serán quienes decidan comprarlo o no, no para los bebés.
—¿Qué música hay que ponerle
a los niños?
—No hay una música perfecta,
lo mejor es poner lo que a las madres les gusta, aquello que más disfruten.
—¿Rock pesado?
—Lo que las haga sentir bien
y felices, pues esa será la mejor forma de criar a niños seguros de sí mismos.
—¿Cómo?
—No me gusta dar consejos a
las madres sobre cómo ser una mejor madre, lo que estén haciendo es perfecto. Es
cuando siguen una receta o se ven forzadas a hacer ciertas cosas o dejar de
hacer lo que les gusta que pueden transmitir inseguridad.
—Hay muchas dudas sobre cómo
ser mejores padres.
—Tener hijos no es algo tan
extraordinario, ¿sabe? Llevamos haciéndolo desde hace mucho tiempo. Hace unos
años no existían tantos libros sobre cómo ser buenos padres. En Estados Unidos
hay parejas que están aprendiendo el «idioma de las señas para los bebés», son
tonterías. Hay formas mucho más simples de comunicarnos con nuestros bebés.
—¿Como cuáles?
—A través de la música, por
ejemplo. En realidad, algo tan simple como escuchar la voz de su madre ya crea
un vínculo; pero si cantan, es aún mejor. Un bebé puede estar escuchando la voz
de su madre y estar distraído mirando para todos lados, pero si la madre se
pone a cantar, obtendrá toda la atención de su bebé, que la mirará directamente
a los ojos. Es una recompensa para las madres por cantar, por eso, suelen
cantarle seguido a sus hijos.
—El milagro del canto...
—En un estudio que hicimos
descubrimos que las madres afinan automáticamente cuando les cantan a sus hijos.
—¿Sin clases?
—Sí, hemos hecho grabaciones
de distintos días de madres cantando a sus hijos que sorprenden a expertos en
música de lo entonadas e iguales que suenan las melodías, aunque sean de
distintas ocasiones. Y ninguna de ellas era una profesional.
«Cuando crecemos, la música
pierde la diversión que tenía, pero el interés sigue ahí»
—¿A qué se debe?
—Las madres cantan distinto
cuando le cantan a sus bebés, más lento, más entonadas, más en calma. Otra cosa
que nos ha sorprendido es que los bebés pueden detectar cambios en la melodía, en
el tono o en la velocidad de una canción, que los adultos ya no podemos
distinguir.
—¿Tienen un mejor oído
musical que los adultos?
—No es que nosotros no
podamos escucharlo, es que es más difícil. Necesitamos desaprender cosas para
poder aprender cosas nuevas. Los bebés detectan cambios en canciones de
culturas extranjeras, que los padres solo detectan en ritmos familiares. Para
los bebés nada es familiar o extranjero, todo es nuevo.
—¿Y por qué si los bebés son
musicales por naturaleza, al crecer se alejan de la música?
—Olvidan lo mucho que la
disfrutaron, porque los adultos la convertimos en algo escolarizado, con tareas,
calificaciones y metas a futuro. Pierde toda la diversión que antes tenía, pero
el interés sigue ahí.
—¿Qué habría que hacer?
—Los padres eligen clases
individuales, pero si son pequeños, las grupales son mejores. Los niños
pequeños siempre quieren hacer lo que hacen los demás, por lo tanto, una clase
grupal sigue pareciendo divertida. Hay que mantenerlos motivados.
—¿Cómo?
—Un buen maestro de música
no solo debe ser buen músico, debe comprender a los niños y hacer cosas para
caerles bien. No hay mejor motivación para un niño que querer agradar a su
maestro.
—¿Debe ser más un juego que
una clase?
—Exacto, se nos ha olvidado
que los niños necesitan jugar. Los retacamos de lecciones, libros apropiados
para su edad, cosas que hacer, citas para jugar. Los niños de ahora tienen la
agenda de un alto ejecutivo. ¿Qué clase de niñez es esa?
—Estresante.
—Otro error que cometemos es
que les decimos a los niños que no son buenos para la música. En las
comunidades pequeñas no occidentales, todos se involucran con la música, es una
forma más de expresión común. Todos cantan y bailan, hay canciones para cada
ocasión.
—Es cosa de todos los días...
—Exacto, si traes a
cualquier persona de esa comunidad aquí, pensarías que es gente entrenada o que
ha estudiado música. No es que estén entrenados, están rodeados de música y
nadie les cerró sus aptitudes diciéndoles que no saben entonar o tocar.